- Entre 2025 y 2026, el mercado del cobre se mantendría estructuralmente ajustado, con precios en
niveles históricamente elevados. Las proyecciones de Cochilco sitúan el valor promedio en torno a US$
4,45 la libra para 2025 y US$ 4,55 para 2026, en un contexto en que los inventarios comerciales se
encuentran en mínimos respecto del consumo. A ello se suma la persistencia de riesgos de
interrupciones en faenas relevantes y el impulso estructural de la transición energética, la
electromovilidad y la expansión de las redes eléctricas, factores que consolidan al cobre como un
insumo estratégico. - En el balance mundial de cobre refinado, 2025 cerraría con un superávit marginal de cerca de 43 mil
toneladas: la oferta alcanzaría 27,6 millones de toneladas y la demanda se situaría en un nivel similar,
creciendo 2,8% anual, impulsada por China y otras economías emergentes de Asia. Este leve exceso
de oferta actúa más como un soporte mínimo frente a nuevas disrupciones que como un verdadero
superávit de metal. Para 2026 se proyecta un déficit de 165 mil toneladas, dado que la oferta
aumentaría solo 1,4%, mientras que el consumo lo haría en torno a 2,1%, en un contexto de menor
disponibilidad de chatarra. - Se proyecta que la producción mundial de cobre mina aumente desde 22,9 millones de toneladas en
2025 a 23,8 millones en 2026, impulsada por la normalización gradual de operaciones afectadas por
incidentes, como Grasberg, Kamoa-Kakula y El Teniente. El menor dinamismo de la oferta secundaria
(cobre reciclado) y las mayores exigencias ambientales y sociales elevan costos y plazos, reforzando la
fragilidad del mercado frente a shocks de oferta.
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